Somos dos mandarinas barcelonesas inquietas, creativas, a veces compungidas, a veces insomnes, que queremos hablar de lo cotidiano, lo humano, alternando humor, ironía, seriedad, alegría, tristeza y crítica. Tómate un zumo con nosotr@s.
Estar descompensado es lo peor que te puede pasar. Casi es mejor estar enfermo, con gripe, romperte una pierna o pensar en regar margaritas en ese balcón que no tienes.
Porque unas personas se compensan a otras. Si yo necesito cuidar y tengo a alguien enfermo será perfecto. Si yo necesito que me cuiden, estoy enfermo y tengo una persona que cuide de mí será perfecto. Si yo necesito gritar y tengo a alguien con quién discutir será perfecto.
Pero ¿Qué pasa si yo necesito amar y tengo a alguien que no es el adecuado?
¿Qué pasa si nunca supe vivir por mí mismo? ¿Qué pasa si me da miedo mostrar la verdad de mí mismo a los demás y cuando lo muestro temo que me juzguen?
Pues que estoy descompensado. Y estar descompensado es cómo vivir con un zapato de tazón y una zapatilla de invierno.
Antes pensaba que las personas podían vivir solas o mejor, que yo podía vivir solo, sin nadie, por mi mismo, para nadie más, en plan ermitaño, combatiendo mis infiernos, mis fantasmas o mis monstruos. Ahora creo que soy lo suficientemente vulnerable cómo para saber que mi vida necesita ser compartida y ojalá encuentre esa balanza que haga que el equilibrio entre el tacón y la zapatilla de invierno se equipare lo más posible.
¿Alguna vez has estado descompensado tú?
M.
Texto: Mona (extraído de la revista Suicidio Autónomo)
Imagen: Joel P. Witkin.
S.
Ayer fui a ver una película de M. Night Shyamalan. Si, el director del Sexto Sentido, Señales, La joven del agua... La película en cuestión “The Happening” (“El Incidente para los hispano hablantes) está llena de simbolismos, escenas grotescas y naturaleza salvaje.
No quiero desgranar aquí la película. Tampoco quiero hacer un análisis. Cuando salí del cine -iba acompañado de unos amig@s- estaba un tanto extrañado. Es cierto que pasé angustia -para mí angustiarme no es muy difícil-. También pasé inquietud e incertidumbre. Esos tres elementos: angustia, inquietud e incertidumbre son los que vivo día a día en mi experiencia vital.
Viendo cómo va el mundo -aunque sea bajo la visión de grandes corporaciones multimedia con una toma fija de lo que es la realidad y descartando otras realidades-, teniendo miedo de los terremotos, el cambio climático, los excesos, soñando a veces con catástrofes y también observándome en el espejo y observando a otras personas en los transportes públicos, veo angustia, inquietud e incertidumbre.
Es cómo si la sociedad fuera un puzzle sin encajar. Y hoy precisamente lo hablaba con S. , le decía “Tenemos que apoyarnos unos a otros a pesar que en la vida si sufrimos nadie puede sufrir por nosotros y hay un cierto elemento de soledad insalvable, pero si podemos apoyarnos, estar ahí”.
Y la pregunta que me surge, tanto a nivel personal cómo sugerida por la película es: ¿Qué es el egoísmo? Es decir, si dentro de la “despersonalización” de vivir en una gran ciudad, no podemos pensar en lo social, en todas personas, debemos pensar solo en nosotros mismos aún cuando necesitamos de otros para vivir?
M.